CORTÁZAR Y EL CINE
  
PROYECCIÓN DE

EL PERSEGUIDOR
  
de

Osías Wilenski

sobre el cuento “El perseguidor” de
Julio Cortázar
  

Lunes 28 de enero, 20 h
 ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
 HASTA COMPLETAR AFORO



El perseguidor
Argentina, 1965
Guión: Ulyses Petit de Murat sobre el cuento homónimo de Julio Cortázar
Dirección: Osías Wilenski
Duración: 75 minutos
Intérpretes: Inda Ledesma, Sergio Renán, María Rosa Gallo, Zelmar Gueñol, Zulma Faiad, Chico Novarro.

El perseguidor fue secuestrada por la justicia, al día siguiente del estreno, debido a un pleito entablado por los padres de la actriz Zulma Faiad, quien en una escena hace un streep-tease. Fue repuesta varios meses más tarde.
Es curioso cómo las adaptaciones de cuentos de Julio Cortázar forjan una imagen distorsionada de este escritor, pues tanto los films de Manuel Antín como este de Wilensky utilizan un lenguaje alambicado que nada tiene en común con su prosa fluida. Que Ulises Petit de Murat sea responsable de los diálogos artificiosos y del retorcido simbolismo de El perseguidor no es más que otro de los pasos en falso de este guionista en la historia del cine argentino, agravado ahora por una confusa pretensión de cine moderno que consiste en fragmentar el relato hasta lo incoherente, en golpes de efecto reiterativos. El director Osías Wilensky está complicado también.
Wilensky era músico y no es difícil adivinar qué lo atrajo en El perseguidor: el drama íntimo de un jazzman que busca una nota inalcanzable (como Kirk Douglas en Luz y sombras) y que alivia su impotencia en el sexo, las drogas y el alcohol era un conflicto atrayente. Lástima que falla en su aspecto esencial; es decir, no importa que en el cuento de Cortázar el protagonista fuese un músico negro de New Orleans (calcado sobre el modelo de Charlie Parker) y que en el film se trate de un saxofonlsta blanco y porteño; lo que no funciona es el drama interior, que puede darse en cualquier ambiente, y que está agobiado de solemnidad en las frases, de oscuridad en las motivaciones psicológicas y de desorden en la exposición. Hay, además, un desagradable tufillo sensacionalista (quizás involuntario) en varias imágenes.
Lo mejor es el elenco, donde sobresale el protagonista Sergio Renán, aunque todos aparecen perjudicados por la indefinición de los personajes. Renán es uno de los actores del cine argentino más capaces de sugerir una vida interior; basta que directores inteligentes lo aligeren de monotonía.
Antonio A. Salgado

Entradas populares de este blog