NATURALEZAS
pinturas y esculturas
de
RUFINO DE MINGO
y
EMILIO MORALES
y presentación de la nueva SUITE PARIS de Rufino de Mingo

Inauguración: Jueves 13 de mayo de 2010 a las 20 h.
Clausura: Sábado 12 de junio
Visitas: de Lunes a Viernes de 10 a 14 y de 17 a 21 h.
Sábados: de 10 a 14 h.
entrada libre y gratuita




                                                           Personaje Aéreo. Oleo sobre lino.50 x 70 cm. Rufino de Mingo


Sobre Naturaleza:
Al ver las nuevas imágenes de la exposición NATURALEZAS, de Rufino de Mingo, tengo la impresión de asistir a un Déjà vue; en esta ocasión, De Mingo utiliza su variada iconografía al servicio de diferentes situaciones o sensibilidades dentro del deterioro del planeta Tierra, que como terrícola no le son ajenas, y nos aporta su visión del problema, con unas imágenes, las de sus lienzos, continuación de otras que ya utilizara contra la instalación de centrales nucleares en su Castilla natal, este artista internacionalista, más conocido fuera que dentro de su tierra, utiliza sus imágenes a modo de crónicas visuales denunciando situaciones que le son injustas, su obra está marcada por un humor ácido quizás producido por la impotencia de intuirse defensor de causas perdidas, aunque esto no fuera nunca motivo de desánimo, y desde los años setenta que empezó su periplo por diversos países, nos llegan puntualmente imágenes de su forma de pensar, imágenes que nos pueden gustar o no, pero que no suelen dejarnos indiferentes. De Mingo ya en los ochenta nos dio un toque de atención en su muestra Homenaje al Consumismo (Palacio de la Cotilla, Guadalajara), donde se utilizaron desechos industriales recogidos, en colaboración con los miembros de los Grupos Abanico y Caos, en vertederos incontrolados; con estos desechos durante el mes que duró la muestra se iría realizando una escultura tótem en la puerta del palacio. Los ecos de aprobación de esta propuesta se reciben con el paso del tiempo, pero en su momento fueron piedra de escándalo para los poderes locales alcarreños, que la catalogaron como gran extravagante y transgresora hasta el punto de que el encargado cultural del momento, hubo de aguantar insultos de todo tipo e incluso vio peligrar su cargo político. Las primeras de esta serie pertenecen a Tierra Quemada, de ellas me despista el color, esa gama de colores calientes, transparentes, sensuales, chocan frontalmente con las imágenes de símbolos religiosos, caos, y donde el olor a tierra quemada se intuye y cuela por la retina del espectador.  En piezas posteriores los paisajes de Tierra Enferma, aún teniendo un nuevo tratamiento técnico, me retrotraen a algunas piezas exhibidas hace una década, en la Fundación Colegio del Rey, en Alcalá de Henares. Lo más novedoso de los trabajos ahora presentados, podría ser algunos paisajes Metafísicos, tratados con una técnica de transparencias, un dibujo sutil en una temática abierta a diversas interpretaciones, sorprendentemente consigue colocar sus íconos sexuales en segundo plano y al servicio del tema que denuncia. También es de reseñar la temática Basureros Industriales, o Bosques Contaminados en la que el artista hace convivir primates con paisajes invadidos por los más variados desechos. Después de recolocar el paisaje de esta muestra aprecio una etapa de madurez del De Mingo (pintor), en la que pone todos sus elementos, al servicio de la temática, en que cada cuadro es imprescindible para entender al siguiente, una renuncia del artista a personajes, iconos que suelen estar presentes en sus obras, quizás pretende salvarles del Caos que retrata en esta ocasión. Los cuatro elementos están muy presentes, los cuatro se ven amenazados por la sinrazón de los intereses bastardos de unos pocos en detrimento del resto de los habitantes del planeta, y de Mingo lo denuncia en una muestra dura sin las concesiones lúdicas a las que nos tiene acostumbrados este artista, sus imágenes son una denuncia al NEGACIONISMO, de una minoría que por dinero se prestan a cualquier cosa.
Madita de Soja
Crítica de Arte

                                                                    Otoño. Oleo sobre lino. 200 x 200 cm. Emilio Morales


Cursos evanescentes y emblemas lineales:
La pintura de Emilio Morales
Como artista plástico y crítico de arte, desde hace mucho tiempo he estado estrechamente ligado a figuras del arte español, primero fue Antonio Saura, a quién conocí en Cuba a través de Servando Cabrera, y al que debo además el contacto con Millares, después di a conocer en la isla la obra de Canogar, invitándolo luego a participar de un Encuentro Internacional de Serigrafía Artística, en el Taller Portocarrero de La Habana que entonces dirigía, allí mismo trabajé junto a Genovés, Eduardo Naranjo, Martín Chirino y Gabarrón, por esa época también me relacioné con José Ayllón, Fernando Somoza, Guinovrat, Joaquín Cicilia; Margó Venegas, Rafael Alberti; Fernando Brazo; Miguel Travieso; Rufino de Mingo; Villatoro y Diego Romero entre muchos otros, más adelante tuve oportunidad de laborar en distintos aterieres de Madrid –donde se imprimían mis obras- junto a importantes creadores como Joaquín Capa; Fito y Juan Romero, entonces coincidía a menudo con Bellver, Iván Larra y José María Kaydeda. Y con muchos de los que siguen “vivitos y coleando” –como se dice en mi tierra- aun mantengo el contacto. Año tras año realizo ediciones serigráficas, expongo y paso largas temporadas en España que me han permitido mantenerme al corriente de lo que sucede en su rico universo artístico e intelectual, al tanto de la cultura, los cambios generacionales, así como del desenvolvimiento de las nuevas tendencias. En el verano del 2008 me fui a Cuenca en compañía de Rufino de Mingo, a visitar la extraordinaria Fundación creada allí por Antonio Pérez, quién tuvo la amabilidad de saludarnos y compartir un rato con nosotros, formando parte del grupo se encontraba Emilio Morales, asiduo colaborador de Antonio y representante de una promoción con la que yo tenía menos roce, quién pronto resultó mi anfitrión en esa villa de múltiples encantos, artista reconocido tanto por su trayectoria de pintor como por la de curador, del que había visto antes algunas telas que enseguida capturaron mi atención. En aquel mismo momento se inauguraba en la ciudad la exposición El Doncel donde un cuadro suyo compartía espacio con otro mío.  Resultó que Emilio había nacido en un pueblo cercano a Cuenca, Mota del Cuervo, que para mayor coincidencia es tal vez el escenario geográfico peninsular que más veces he visitado y el que mejor conozco por su larga relación con mi familia. Fue un punto de partida favorable que me permitía identificar perfectamente el paisaje con que llenó la retina al concebir sus series recientes. Ahora, pasados los cincuenta, Emilio consolida la obra, reflejando plena madurez espiritual, en su caso desborde de vivacidad, alegría y euforia, arrolladora riada de pasión sibarita por determinados aspectos de la naturaleza. En su estudio de Cuenca, Emilio hizo desfilar ante mis ojos lo último de su producción, grandes telas como ventanas abiertas ante el bordado del junco ribereño, que de haber estado unidas unas con otras fabricarían –con la orilla evocada del río- una panorámica que encaja en la estirpe del estanque de los nenúfares de Monet. Enseguida encontré en ese discurrir de impresiones, detalles del Júcar que corre desde los Ojuelos de Valdeminguete hasta desembocar en el Mediterráneo, desde Cuenca hasta Valencia. Close up y encuadres pintados, emulando con los de la fotografía contemporánea, pormenores que componen ambientes muy intimistas, fragmentos esbozados con un tejido de reflejos, recalcados a base de imitar desenfoques, atmósferas estancadas a través de las que él transmite además una sensación de seguridad, dejando ver que se erige en gestor de mundos que controla por completo, manipulados con nostalgia y romanismo, aquí las alteraciones son de bajísima intensidad, todo parece que sigue un curso evanescente, todo tiende a reafirmar un sentido de paz, sus composiciones son trozos de sosiego, una forma de recuperar el paraíso percibiendo a través de entrañables pedazos dominados por el gesto y la memoria. Existe mucho material tomado de la realidad, lo real se vuelve ensoñación y refugio, paisaje sugerido que causa un efecto similar al Baumgruppe pintado por Gerhard Richter. Emilio traza un paraíso a la medida, acogedor, lleno de bondad y belleza, cuando mucho de lo que nos rodea hoy es hostil y violento…
Aldo Menendez
Miami, 2009
                                                             Suite París. Acrílico sobre lino. 100 x 70 cm. Rufino de Mingo
Rufino de Mingo, Claudio F. Pérez Míguez y Emilio Morales en la inauguración de la exposicón


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